Aunque era de familia judía, la educación religiosa de Kafka fue mínima, y raramente acudía a la sinagoga. Sin embargo, en 1911 se sintió atraído por una función de teatro en yiddish y comenzó a estudiar esta lengua y su literatura, lo que a su vez hizo que se interesara por el judaísmo. Kafka también empezó a estudiar hebreo moderno en Praga a comienzos de la década de 1920. Influido por su última amante, Dora Diamant, que provenía de una familia judía ortodoxa, Kafka hasta se interesó por el Talmud y cuando ambos vivían en Berlín, Kafka llegó a tomar clases de judaísmo.
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EL CUADERNO DE HEBREO DE KAFKA, C. 1917
A partir de 1917 Kafka pasó tiempo aprendiendo hebreo, primero por su cuenta y luego con la ayuda de varios profesores. Este es uno de los varios cuadernos que Kafka llenó con vocabulario y el único que se conserva en la Biblioteca Nacional de Israel.
En los últimos años de su vida, Kafka estudió con Puah Ben-Tovim, una joven estudiante de Jerusalén, que le recomendó su amigo S. H. Bergmann y que se alojaba como estudiante en la casa de la madre de Bergmann en Praga. Kafka y Ben-Tovim estaban leyendo la novela Duelo y fracaso de Y. H. Brenner, y hay testimonios de que Kafka podía hablar y hasta escribir cartas sencillas en hebreo. Algunas de las palabras en este cuaderno nos recuerdan vívidamente el mundo imaginario del autor: pasión, cucaracha, huida, ilusión, etc.
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KAFKA Y EL SIONISMO
Aunque inicialmente Kafka se consideraba socialista y rechazaba las ideas sionistas de su amigo de la infancia S. H. Bergmann, consideró la idea de emigrar a Palestina ¡hasta con cuatro de sus parejas! Poco antes de su muerte, le escribió a Bergmann, que desde 1920 vivía en Palestina, acerca de sus planes para visitarle. El plan nunca llegó a realizarse, ya que su estado de salud se deterioró rápidamente.